Allí donde empieza el Mar
Finistére, Finisterre no quiere decir otra cosa: es el fin de la tierra, allí donde empieza el mar. Lo pensaban los romanos cuando llamaron así a la región, que además creían que acababa abruptamente derramando las aguas al vacio, poco más allá, tras el horizonte. Lo creen los franceses que han conservado el nombre en el departamento más occidental de Bretaña. Y lo creen millares de turistas que se apresuran en los cálidos meses de verano en conseguir una buena plaza en el aparcamiento de Pointe du Raz. Salen de sus vehículos ufanos de haber finalizado el recorrido, recomponiéndose sus ropas y quizás un poco fatigados, mientras el resto de la familia se desperdiga examinando las tiendas de recuerdos, el menú de la cafetería o se desahoga en los servicios.
Pointe du Raz, para muchos el extremo occidental de la Francia continental, goza de un paisaje digno de postal, de hecho allí mismo las venden. También son conocidas las imágenes de los faros semizambullidos entre las enormes olas de las tempestades atlánticas allí donde el mar bate con violencia acantilados e islotes, hacia la Ile de Sein. Sin embargo el verdadero punto más extremo de Bretaña se halla más al norte, más aun de la península de Crozon y pasada la ciudad de Brest. Oculto tras la desmesurada popularidad de Pointe du Raz, el tramo de costa que va desde los cabos de Saint Mathieu hasta el de Corsen, en los municipios de Plougonvelin, Le Conquet y Plouarzel, se lleva la palma. Pointe de Corsen está a 04º47’44” Oeste, siempre sin tener en cuenta la isla de Ouessant con el faro de Nividic a 05º08’25”, el que se empezó a construir el verano de 1912 y no se acabó hasta veinticuatro años más tarde, ni por descontado los departamentos de ultramar en las Antillas.
A mediados del XIX una gran polémica estalló por la decisión de renovar la iglesia parroquial debido a su ruinosa conservación. Esta estaba ubicada hasta el momento en la barriada de Lochrist, de hecho antiguo núcleo de la población en tiempos de las incursiones normandas y piratas a la costa. Entonces Le Conquet no era más que el pequeño puerto. Con los años el peso especifico entre ambos núcleos se había invertido y Le Conquet había adquirido una mayor relevancia. La consecuencia lógica fue que se decidió levantar la nueva iglesia en el más habitado. En la construcción del nuevo templo se reutilizaron elementos y material de la antigua iglesia y de la hoy desaparecida capilla de Saint Christophe. La nueva iglesia de la Sainte Croix fue completada e inaugurada en 1858 por el obispo de Quimper, y el resentimiento, transformado en batalla de campanarios, se prolongaría durante cinco años. Los restos del cura loco, Michel Nobletz, también fueron trasladados de Lochrist a la recién estrenada basílica.
Le Conquet fue sacudido a finales del siglo XIX por varias misteriosas muertes violentas acaecidas en el Hôtel de Bretagne, en la Grand Rue de la villa. El 12 de julio de 1885 desapareció sin dejar rastro uno de sus huéspedes, un tratante de caballos normando llamado Eugène Emeric, del que se sabía que llevaba consigo una importante cantidad de dinero, unos dos mil francos, bien fuera para comprar equinos o producto de la venta de estos. Sin testigos, la investigación policial se desvaneció en el tiempo. Dos años más tarde, una tarde de mayo, un campesino de Kerzoniou, de nombre Jérôme Leizour, encontró cerca de un camino unos restos humanos. El informe policial los reconoció comme étant celui de Le Hoult Eugène Emeric dit “Courval”, ...né a Sap canton de Vimoutiers dans l’Orne, âgé de 53 ans, fils de défunt Théodore et de Le Charpentier Nathalie Eugénie, époux de Boutellier Désirée Florence...signe Keriguy, maire. Fue inhumado en el cementerio de Plougonvelin. Dos años más tarde la esposa del hotelero, de la que se contaba que era excesivamente amante de la botella, fue encontrada ahorcada en su propia habitación. Inicialmente su marido y propietario del inmueble, Louis Besson, fue el principal sospechoso y fue acusado de la muerte, incluso se especuló con un posible vinculo en la luctuosa desaparición del tratante de caballos. El proceso contra Besson fue visto para sentencia el 18 de febrero de 1900. Un jurado popular, ante las débiles pruebas que lo inculpaban y sin encontrar relación con la muerte del viajante, lo declaró inocente.
Hoy en día el puerto de Le Conquet, cerrado al norte por la península de Kermovan, continua siendo un notable centro pesquero, donde amarran casi una cuarentena de embarcaciones. Se captura especialmente el tourteau, el buey de mar, que se pesca junto a rapes, rayas, lubinas, lenguados y rodaballos. El puerto es también el principal enlace con las islas de Molène y Ouessant y un buen lugar donde degustar la mencionada pesca. En Saint Mathieu, más tranquilo aun si cabe, quedan unas pocas casas vecinas a la antigua abadía, un hotel, un restaurante y unos servicios públicos.
© J.L.Nicolas
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