Carmen y las Colinas de Chocolate
Parece el nombre de un cuento y prácticamente lo es. Érase una vez una isla rodeada de más islas donde dos gigantes enemistados la emprendieron a pedradas uno contra otro. Tal era su descontento que la pelea se prolongó durante días y días hasta que, finalmente exhaustos comprendieron que no habría vencedor y trabaron amistad. Al abandonar el escenario de su pelea dejaron atrás un enorme caos de piedras sueltas que a ojos humanos parecen colinas.
Otra versión, más romántica, defiende que otro gigante, de nombre Arogo, se enamoró locamente de Aloya, una simple mortal. La muerte de Aloya le causó tal pena y desconsuelo que inició un interminable llanto. Cuando sus innumerables lágrimas secaron formaron el paisaje de las Colinas de Chocolate.
Las Colinas de Chocolate se suceden casi infinitamente en el paisaje del centro de la isla de Bohol, en las Bisayas Filipinas. Cuentan que hay entre mil doscientos y mil setecientos montículos de tamaño muy similar, de entre cincuenta y cien metros de altura, esparcidos en una área de unos cincuenta quilómetros cuadrados entre los municipios de Carmen, Sagbayan y Batuan. El nombre se entiende cuando llega la estación seca a partir de abril y la hierba y los helechos que cubren las colinas y el territorio se marchitan y mueren. El paisaje se torna marrón en un tono cercano al del chocolate recién hecho, cuasi rojizo en las puestas de sol y en los amaneceres isleños.
© J.L.Nicolas