De Nueva Amsterdam a Nueva York
Los intentos de colonización holandeses en el Nuevo Mundo no se vieron coronados de un éxito arrollador. Al margen de un territorio en la Sudamérica amazónica, Surinam, que conservaron hasta 1975 y algunas islas caribeñas en las pequeñas Antillas el resto fueron aventuras diversas y anécdotas curiosas. Alguna con consecuencias.
Las Provincias Unidas, Republik der Zeuen Verenigde Nederlanden, como se llamaba en el siglo XVII el Reino de Holanda, estableció a través de la Compañía de las Indias Occidentales, Vereenigde Oostindische Compagnie, entre la Virginia inglesa y el Canadá francés un pequeño territorio al que nombraron Nueva Holanda. En 1609, fue Henry Hudson, un inglés empleado por la VOC, quién se encargaría de buscar un paso hacia el Pacífico por el norte. Navegó el rio que hoy lleva su apellido hasta que la profundidad de las aguas se lo impidió. Colonos holandeses establecieron los asentamientos de Heenstade, Fort Nassau, Fort Goede Hoop, Wiltwyck, Schenectady y Zwaanendaal a lo largo de los ríos que se internan en el territorio donde comerciaban, básicamente, pieles de castor con las poblaciones indígenas de Algonquinos e Iroqueses.
En 1621 la VOC fue sustituida por la Westindische Compagnie, WIC. Su nuevo director, Petrus Minuit, un valón que provenía de la ciudad de Wesel, en Alemania, compraría por 60 florines a los indígenas Lenape, de la familia de los Delaware, una pequeña isla en la bahía del Hudson. Ya en 1609 el oficial de a bordo del navío Halve Maen había registrado el nombre de esa isla como Manna-hata. En poco tiempo se inició la construcción, en el sur de la isla, de un nuevo asentamiento al que llamarían Nieuw Amsterdam. En mayo de 1623 llegó de las Provincias Unidas un navío de 260 toneladas al mando del capitán Cornelius May. Desembarcó treinta familias. En total ciento diez personas.
Mientras la burbuja creada por el comercio de tulipanes, la tulipomanía, eclosionaba en la metrópolis, la nueva colonia seguía creciendo. En 1638 el precedente multiétnico se estaba forjando. Había valones y flamencos, ingleses, suecos, franceses e irlandeses, daneses y alemanes. Y un hijo de holandés y marroquí, de nombre Anthony Jansen van Salee, a quien todo el mundo llamaba el Turco.
Johannes Vingboons acuarelista y cartógrafo de prestigio en la época realizó un mapa de la zona de Manhattan y el rio Hudson, Manatus gelegen op de Noort Rivier, en 1639, en el que se aprecian los molinos de viento junto a Fort Amsterdam, y las escasas, entonces, construcciones enumeradas en la parte baja de la isla. En 1664 realizó una acuarela del perfil de la población, en el que las fachadas de las casas y almacenes de primera línea se aprecian en algunos casos el mismo estilo característico de las fachadas neerlandesas, un molino, la empalizada del fuerte y el campanario de la primera iglesia St Nicholas Dutch Reformed Church, erigida en 1633.
Uno de los primeros planos urbanos de la ciudad es el trazado por el entonces inspector de la colonia Jacques Cortelyou en 1660. Siete años más tarde el cartógrafo holandés Jean Blaeu lo copió junto a otros y lo incorporó a un atlas que se vendió a Cosme III de Medici. El mapa fue recuperado en Villa de Castello, cerca de Florencia, en 1916 y entonces reeditado con detalles y colores añadidos por John Walcott Adams y Newton Phelps Stokes. Se aprecian los dos canales que penetran en la ciudad, Heere Gracht y Bevers Gracht, por supuesto Fort Amsterdam y frente a este Heere Straet. Toda esta área junto a la que fue mansión del gobernador es actualmente la Alexander Hamilton US Custom House, Battery Park y Bowling Green. De aquí partían las calles Beaver, Bridge y Pearl, por entonces Bevers, Brugh Straet y Paerel Straet, esta ultima marcando el limite de la población con el East River. Entre estas también estaba y está en la actualidad Browers Straet, hoy Stone street, ya a mediados del siglo XVII primera calle pavimentada con adoquines donde se alojaban las familias más pudientes de la colonia. Otro limite venía marcado por la empalizada, hoy la famosa Wall Street.
En 1664 la nueva colonia había alcanzado los mil quinientos habitantes. Ese mismo año una flota inglesa dirigida por el duque de York amenazó con atacar el puerto de Nueva Amsterdam. Sobrepasado en fuerzas el director general Peter Stuyvesant rindió la colonia el 24 de septiembre. La provincia y el asentamiento fueron renombrados como Nueva York, acabando con la aventura holandesa en el norte del continente.
Apenas habían transcurrido dos siglos cuando el perfil de la ciudad inició una notable modificación hacia las alturas respecto a la idílica apariencia de las acuarelas de Vingboons. Durante la última década del siglo XIX se vivió una dura pugna entre diversos rotativos de la ciudad por tener sus redacciones por encima de la competencia. Triunfó el New York World, situando su sede de veinte pisos a 106 metros de altura en Frankfort street. Hoy no existen ni el diario, ni la calle ni el edificio que fue demolido en 1955. Con el cambio de siglo aparecieron nuevas torres que dejaron atrás la sede del World. El Park Row Building, el Singer y la Metropolitan Life Insurance Company Tower pusieron el listón más alto. Este último concretamente a 213 metros, con sus cincuenta pisos en el inicio de Madison Avenue. Los récords de altura caían tan vertiginosamente como ascendían los rascacielos. En 1913 el Woolworth Building, en el 233 de Broadway, superaba los 241 metros con sus cincuenta y siete pisos. Mantendría la supremacía hasta la década de los años treinta con el Art Decó abriéndose paso. Justo en 1930 se levantaron dos nuevos colosos: el Bank of Manhattan Trust Building, en el 40 de Wall Street, el cual sería superado un mes más tarde en el 405 de Lexington Avenue por el famoso Chrysler Building. Sus setenta y siete pisos y 319 metros ya superaban a la Torre Eiffel de París. La gloria fue efímera ya que al año siguiente, 1931, se concluyó en la Quinta Avenida junto a la calle 34 el Empire State Building. Añadió a la ciudad casi diecisiete hectáreas de oficinas y fue durante años el edificio más alto del mundo, hasta que fue superado, en el mismo Manhattan, en 1972, por las torres gemelas del World Trade Centre. Sus terrazas estaban a 417 metros sobre el nivel del mar y sus antenas alcanzaron los 526. Hasta que colapsaron tras los atentados del 11 de septiembre de 2001. El nuevo complejo One World Trade Centre tiene en su torre principal el mismo techo, 417 metros alcanzando con las antenas los 541.
Volviendo al suelo, de los orígenes holandeses de la ciudad han quedado básicamente nombres fácilmente reconocibles en la toponimia original: Breukelen, Konijnen Eiland, Staaten Eiland, Bridewej, o Nieuw Haarlem.
© J.L.Nicolas