El Valle de los Reyes

14.10.2016 17:50

Los antiguos egipcios llamaron Ta-sekhet-ma'at, Gran Campo, al valle que el sol abrasa bajo Meretseger, la colina que ama el silencio. El silencio que ha acompañado durante siglos a los centenares de extraordinarias tumbas que se ocultaron, excavadas en la roca, bajo la arena del Valle de los Reyes.

Los enterramientos de los reyes de Egipto abandonaron la ostentación para intentar proteger las tumbas de quienes las profanaban aun a riesgo de exponerse a severos castigos. Al oeste del Nilo, al oeste de Tebas, la capital, estos se convirtieron casi en lugares secretos. A pesar de las precauciones la mayor parte de los sepulcros fueron saqueados aun en tiempos de los faraones. El paso del tiempo volvería a enterrarlas, esta vez en el olvido. Excepto para los 141 miembros de la Commission des Sciences et des Arts  que acompañó en el verano de 1798 a Napoleón en su campaña contra el Imperio Turco en Egipto, quienes plasmaron sus investigaciones y descubrimientos en los numerosos volúmenes de la Description de l'Égypte, ou Recueil des observations et des recherches qui ont été faites en Égypte pendant l'expédition de l'Armée française, impreso en París en 1809.

Tras la expedición francesa empezó la fiebre por la caza de tesoros, piezas de arqueología para colecciones de museos y de particulares y la nueva pasión por la egiptología. Giovanni Battista Belzoni, Johan Buckhardt, Jean François Champollion y otros curiosos se aventuraron en una búsqueda del pasado cargada del romanticismo imperante en la época. Todos participarían en los descubrimientos y el estudio de nuevos yacimientos, sin duda uno de los más llamativos acaeció en las proximidades de Luxor, donde en la orilla occidental del Nilo se empezaron a hallar enterramientos reales y de nobles, tumbas tan hermosas como las de Sethy o la de Horemheb.

El momento estelar del valle se produjo el 4 de noviembre de 1922, cuando Howard Carter, en la excavación financiada por otro amante de la egiptología, Lord Carnavon, descubrió cerca del acceso a la tumba de Ramsés VI un nuevo enterramiento. Era el de un faraón menor apenas conocido entonces, Tutankamón. El día 26 Carter y Carnavon pudieron entrar en la tumba tres milenios después que esta fuera sellada. El 16 de febrero del año siguiente accedieron a la cámara interior donde se hallaba el sarcófago. Durante siete años extrajeron unos cinco mil objetos que depositaron en el Museo de El Cairo, el más conocido es la mascara de oro del faraón. Tutankamón murió en su adolescencia y aun se especula sobre las causas de su muerte. Su deceso prematuro parece justificar un enterramiento apresurado en una tumba casi improvisada. En la sala hay una representación de Nut, la diosa del cielo, y de Tutankamón guiado por Osiris en su camino hacia el reino de los muertos. Cuatro contenedores de madera, uno dentro del otro, guardaban el sarcófago que contenía en su interior tres ataúdes, los dos más externos de madera decorada con laminas de oro y el interno de oro macizo. Dentro de este último reposaba la momia del faraón con su faz cubierta por su famosa mascara.

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© J.L.Nicolas

 

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