La Isla del Dios Bes
Ybshm o Iboshim fue el nombre que dieron los fenicios a Ibiza. Significa la Isla del Dios Bes, un dios enano y panzón que importaron de Oriente, del panteón egipcio. Bes era un dios benévolo y protector asociado a la buena suerte, la que parecen adorar los nuevos idolatras que, en temporada, abarrotan discotecas y salas de fiestas, los actuales templos de Ibiza.
Aquellos que los griegos denominaron phoeniké, los hombres de púrpura, debido a los tintes que empleaban en sus ropas y con los que comerciaban, y que tenían sus bases en tierras de Canaán, en Berytus – Beirut -, Biblos, Sidón y Tiro, habían fundado numerosas colonias en el Mediterráneo Occidental, algunas tan importantes como Cartago o Gadir, ésta más allá de las Columnas de Hércules y, probablemente, ya hacia mediados del siglo VII a.C., habían establecido una base en la mayor de las islas Pitiusas, Ibiza.
Concretamente en una pequeña ensenada a poniente de la isla que hoy forma parte del municipio de Sant Josep de sa Talaia y que es visible desde lo alto de la ciudad de Ibiza de la que dista menos de una decena de quilómetros. Se instalaron en una península de reducidas dimensiones que es conocida como la Mola de sa Caleta, un promontorio cercano a las salinas donde también se dedicaron a la extracción de la galena argentífera y construyeron algunas viviendas rectangulares orientadas irregularmente sobre el terreno, dejando entre ellas espacio para pequeñas plazas poligonales. Probablemente no vivirían aquí más que unos pocos centenares de personas. De todos modos, la ocupación fue relativamente breve, antes de que hubiera pasado medio siglo el asentamiento se trasladó al Puig de Vila, en la parte superior que hoy ocupa el casco antiguo de la ciudad de Ibiza, Dalt Vila. El cambio de ubicación pudo estar relacionado con un aumento de la población que probablemente tuvo su origen en la caída de Tiro, en el año 573 antes de nuestra era, a manos de Persia, dando preponderancia a las colonias occidentales una vez perdida la metrópolis, en cualquier caso, a partir de entonces, la isla se relacionaría más intensamente con la nueva potencia mediterránea basada en Cartago.
La población de la nueva ciudad ya sobrepasaría los cinco o seis mil habitantes y la urbe se extendía hacia el puerto por donde circularían productos llegados de Egipto, de la Magna Grecia, del norte de África y que se intercambiarían con materias primas con los pueblos costeros de la península ibérica. Iboshim también produjo excedentes, agrícolas en el interior de la isla y, sobre todo, envases cerámicos, ánforas y vidrios necesarios para trasegar los productos destinados a la exportación. A principios del siglo III a.C. también acuñará moneda con la imagen de Bes y la inscripción IBSM. Diodoro Sículo habla así de Ibiza en su Biblioteca Histórica: “...hay una isla llamada Pitiusa que recibe esta denominación por la gran cantidad de pinos que crecen en ella. Se encuentra en medio del mar y dista de las Columnas de Heracles una travesía de tres días y otras tantas noches, de Libia un día y una noche, desde Iberia un sólo día (…) Dicen que, de sus productos, destacan las lanas por su suavidad. La entrecortan campos y colinas y tiene una ciudad que se llama Ebusus, colonia de los cartagineses. Tiene también importantes puertos y considerables murallas y un gran número de casas bien construidas”.
Si la ciudad se extendía hacia el puerto, hacia el otro lado de la colina se halla la necrópolis de Puig des Molins que, actualmente, ha quedado envuelta por la ciudad moderna. Aprovechando el declive de la ladera se construyeron miles de hipogeos, con un pozo de acceso y una cámara subterránea, de los que aún son visibles unos 350 o 400 aunque se estima que se hicieron entre cuatro y cinco mil. Es precisamente aquí donde se han encontrado multitud de objetos procedentes de los ajuares funerarios que no fueron saqueados: figuras de arcilla que representan al difunto o a alguna divinidad, amuletos y ofrendas. Entre ellas la pieza más destacada es la llamada Dama de Ibiza, una estatuilla de arcilla que no llega al medio metro de altura. Representa a una mujer ricamente ataviada y enjoyada que probablemente corresponda a Tanit. Realizada en el siglo III a.C., tiene un orificio en su parte posterior que debió servir, tal como otros casos, para depositar cenizas funerarias o quizás reliquias u ofrendas. Esta se exhibe en el Museo Arqueológico Nacional, en Madrid mientras el grueso de los hallazgos se muestra en el propio museo monográfico del yacimiento.
Además de a Bes, el panteón religioso traído por los fenicios incluía a Melkart, Heracles para los griegos, divinidad protectora de las actividades comerciales que tuvo un importante templo en Gadir y cuyo nombre significa rey de la ciudad. Baal Hammon estaba asociado a la guerra, a la lluvia y a la fertilidad, como su consorte Tanit, la gran diosa madre, soberana de la tierra y de la Luna, quien también cuidaba del tránsito hacia el más allá. Ésta estaba vinculada a Astarté o Ishtar, como se conocía en Oriente.
Frente a Iboshim, donde hoy está sa Illa Plana, colmada de nuevas edificaciones y ya pérdida su condición de isla en el centro de la bahía, existió un santuario dedicado al culto de Tanit, donde se encontraron numerosas figuras de terracota en un pozo. Figuras simples y grotescas depositadas por los fieles como ofrendas y descubiertos tras las primeras excavaciones realizadas en el año 1907.
En el otro extremo de la isla, cerca de la cala de Sant Vicenç, se aprovechó una cavidad natural para crear un santuario rupestre dedicado, inicialmente a Melkart y posteriormente a la diosa Tanit. Es Can Culleram, que fue utilizado como tal entre los siglos IV y II a.C. cuando seguramente se desplomó una parte de la cavidad. Aquí, una vez iniciadas las excavaciones, se encontraron más de dos millares de terracotas votivas, la mayor parte femeninas, entre ellas unas seiscientas enteras y con trazos de policromía, también fragmentos de cerámicas y figuritas de marfil y de bronce. Las hay campaniformes en las que la diosa está recubierta con una capa de plumas y portando una imagen de la Luna y un caduceo, una vara de olivo ornada con guirnaldas. En el año 1917 se halló una placa con una inscripción en la que atribuye la dedicación del santuario a Melkart por parte de S’dr, hijo de Ya’as-ay, hijo de Brgd, hijo de Eshmunhilles, conservado actualmente en el Museo Arqueológico Provincial de Alicante.
Otros hallazgos tuvieron lugar en la punta de Joan Tur Esquerrer, en la vertiente meridional de la ciudad de Ibiza, en la illa Grossa, junto a s’Illa Plana, en la Talaia de Jesús, Puig de ses Torretes y en el islote de s’Espalmador, ya a tocar de Formentera. Buena parte de los materiales de todo tipo encontrados en estos yacimientos se reparte entre los museos arqueológicos de Ibiza, Barcelona, Valencia, Alicante y Madrid.
Durante las Guerras Púnicas, Iboshim, lógicamente, apoyó a Cartago. A lo largo de la segunda contienda sufrió el asedio infructuoso de las legiones romanas. Ese fracaso fue pagado con el saqueo del resto de la isla. Tito Livio lo relató en el Libro XII de Ab Urbe Condita: “Allí durante dos días intentaron tenazmente y por todos los medios capturar la ciudad, pero no lo consiguieron. Y cuando vieron la inutilidad de esta acción se dedicaron a devastar el territorio de la isla”. La derrota de Cartago llevó a Iboshim a la esfera de influencia romana hasta que finalmente, ya como ciudad federada, se convierte en Ebusus.
© J.L.Nicolas
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