La Villa del Libro
Urueña es un pueblo singular, no por sus bien conservadas murallas medievales ni por las vistas que tiene sobre las planicies vallisoletanas de Tierra de Campos, sino por la particularidad de que sus apenas doscientos habitantes disponen de más librerías que bares.
Desde la ermita de la Anunciada, una joya del románico situada en las afueras, Urueña parece una gran fortaleza inexpugnable, con el castillo a la derecha y los lienzos de murallas prolongándose hacia el otro extremo. Los adarves de la muralla permiten dar un paseo alrededor, casi, de toda la población, todavía existen dos puertas, la del Azogue y la del Arco de la Vila, conectadas por la calle Real y algunos palacetes; cerca de la puerta del Azogue se encuentra la iglesia parroquial, una estructura gótico-renacentista que se fue construyendo entre los siglos XVI al XVIII, es Santa María del Azogue. Hoy sus calles están perfectamente pavimentadas pero en viejas fotografías aun se puede ver cuando eran de tierra y las lluvias las convertían en un cenagal.
Pero volviendo a la singularidad de Urueña esta reside en que fue declarada en el año 2007 como la primera Villa del Libro por la Diputación Provincial de Valladolid, como una propuesta para impulsar el turismo cultural inspirada en otras localidades europeas que tomaron la misma iniciativa: Hay-on-way, en Gales, Montolieu en Francia, Redu en Bélgica, Wigtown en Escocia, Montereggio en Italia o Bredevoort en los Países Bajos. En las paredes de Urueña hay inscritas citas, fragmentos de textos y caligrafías que pueden aparecer en cualquier esquina y, por supuesto, librerías, casi una docena, cada una de ellas con una especialidad temática.
Atravesando las murallas por el Arco de la Villa, y tomando hacia la izquierda la calle de Lagares a lo largo de la cara interna de la muralla, pronto se llega a El Portalón, que aprovecha el alféizar de una de sus ventanas para apoyar media docena de volúmenes. Unos pasos más allá y también adosada a la muralla, El Rincón del Ábrego ofrece libros de segunda mano, vinilos y obras infantiles y juveniles. La siguiente es Páramo, que además de sacar sus libros antiguos y descatalogados a la calle también exhibe la Olivetti Pluma 22 de Francisco Umbral. Siguiendo el perímetro de la muralla pero ya en la esquina noroccidental de Urueña, se encuentra el centro e-LEA Miguel Delibes, espacio para la lectura, la escritura y sus aplicaciones, que acoge una biblioteca y ofrece sus salas de exposiciones y de conferencias, también expone antiguas máquinas como una vieja imprenta Minerva o una aparatosa linotipia 5 Meteor. Prácticamente al lado, en la calle de la Costanilla, está el Museo del Cuento con la colección de Rosana Largo Rodríguez y la librería El Grifilm, especializada en obras relacionadas con la cinematografía, combina en su nombre el de la criatura mitológica, el grifo, bestia mitad alada mitad felina, y de film, película, en referencia a su especialización. Ahora, al final de la calle Costanilla, aparece un rincón junto a una casa aislada que hace esquina y que es más que otra librería, la Boutique del Cuento, casi lógicamente dedicada a la literatura infantil y juvenil, donde, en una de sus fachadas se han pintado personajes de las obras de Hans Christian Andersen o de los hermanos Grimm, además, esa esquina, con dos bancos que rodean un magnolio se ha llamado el rincón de Andersen.
En el centro, en el amplio corro de San Andrés que hace las veces de plaza mayor, está Alcaraván, la pionera – abrió en 1993 - especializada en temática castellana, obras del escritor vallisoletano Miguel Delibes llenan uno de sus escaparates. Casi cerrando el círculo, en una esquina del corro de Santo Domingo, cerca del castillo, hay otras dos librerías, Libros K, especializada en comics y manga y Primera Página, que gestionan Tamara Crespo y Fidel Raso, periodistas y que, por tanto, se dedican a la literatura relacionada con el oficio, con la fotografía y los viajes. Entre las estanterías, además de libros, hay un casco iraquí, uno de aquellos de cuando la guerra de Kuwait, a los que afecta más el paso del tiempo que, en su día, la metralla. A la vuelta de la esquina se encuentra Alcuino Caligrafía y Arte, que se concentra en las artes gráficas, pero con materiales y productos distintos que en el Taller de Encuadernación Artesanal de la calle del Oro.
Otros museos son el Centro Etnográfico Joaquín Díaz, que ocupa un edificio del siglo XVIII conocido como la Mayorazga y que conserva una importante biblioteca y fonoteca y el Museo de Música Tradicional Luis Delgado, donde se exponen medio millar de instrumentos.
© J.L.Nicolas