Las Puertas del Infierno
A principios del año 1900 el controvertido autor irlandés George Bernard Shaw pasó unos días en los alrededores de Tikitere, en las cercanías de Rotorua y del lago homónimo. Como su personaje Pigmalión, transformando a Elisa Doolitle, Shaw transformó el lugar al rebautizarlo. Tras su visita Tikitere se convirtió en Hell’s Gate, las Puertas del Infierno. Aunque ateo, esta fue la impresión que se llevó el escritor de este lugar.
En el centro de la Isla Norte de Nueva Zelanda, la región de Bay of Plenty es una de las zonas del país más sensibles a la actividad volcánica y consecuentemente también a las manifestaciones geotermales: géiseres, humeantes fumarolas, hirvientes piscinas de lodo y sulfurosas aguas termales. Entre la bahía y la región de Taupo, todos esos fenómenos se concentran en los alrededores del lago Rotorua. Diez mil años atrás otro gran lago con una profundidad de treinta metros ocupaba la zona. Al vaciarse hacia el mar dejó los dos lagos que existen hoy y posibilitó la afloración de la actividad termal.
El parque de Hell’s Gate está dirigido por la tribu que ancestralmente ha habitado la región: Ngati Rangiteaorere. El nombre Tikitere proviene de una leyenda maorí en la que una joven princesa llamada Hurutini se precipitó en una piscina hirviente para evitar una disputa familiar. Su madre encontró junto a una de las hirvientes piscinas su korowai, túnica. Creyendo, acertadamente, que había perecido en ella, se puso a llorar exclamando: Ane e tere nie taku tiki, aquí yace mi preciosa hija. Las dos palabras principales Tiki, abreviatura de Hei Tiki, algo precioso que se lleva colgado del cuello, y Tere, desaparecer, formaron la combinación Tikitere, que dio origen al nombre del lugar. La piscina donde se ahogó la joven conserva su nombre: Hurutini. Un alto sacerdote maorí, Te Unauhu, quien vivió en la zona en el siglo XVIII, acostumbraba, con un grupo de acólitos, bañarse diariamente en estas primeras piscinas, Devil’s Bath y Hurutini. Creía que sus poderes adivinatorios mejoraban con su tratamiento en las aguas cálidas de Tikitere. Aunque los 95 grados centígrados a que está el Baño del Demonio solo sugiere prever que acabaría hervido, o cuanto menos, poché.
© J.L.Nicolas