Satori en Brest
La palabra satori, en japonés, significa comprensión, entendimiento. También, en el budismo zen, se aplica al momento de la iluminación profunda y última. Es un instante clarividente relacionado con la creación y el descubrimiento, una suerte de epifanía. ¡Y eso sucedió en un taxi! O podría haber llegado a causa de las neblinosas calles de Brest, o de un camarero que opinaba que París estaba podrido o por un réquiem de Mozart oído en Saint Germain des Prés. O quizás por todo.
A principios de los años sesenta Jack Kerouac ya era un reconocido escritor vinculado a la generación beat norteamericana. Había publicado su célebre On The Road, The Dharma Bums, The Town and the City, Visions of Cody, The Subterraneans (En el camino, Los vagabundos del Dharma, La ciudad y el campo, Visiones de Cody, Los subterráneos) y alguna novela más. Su apellido franco canadiense le llevó a investigar sobre sus orígenes bretones. En junio de 1965 abandonó durante diez días su refugio de Florida para viajar a Francia en búsqueda de la procedencia de sus ancestros. Su apellido paterno era en realidad Kéroack, en su partida de nacimiento figuraba como Kirouac y, él, personalmente, prefería la versión empleada por sus antepasados: Lebris de Kerouac.
Anteriormente ya había recopilado algunos datos en Londres. Kerouac desembarcó atropelladamente en Orly, para llegar atropelladamente a París. En su errante deambular entre copa y copa, entre coñacs y cervezas insistió en saludar a la estatua de Pascal en Châtelet y visitar a Balzac en su tumba en el Pere Lachaise. De esto último desistió dado lo avanzado de la madrugada. En otra jornada atinó finalmente a encontrar el edificio Richelieu de la Bibliothéque National, en el 5 de la rue Vivienne, entre el edificio de la Bolsa y el Louvre. Allí solicitó infructuosamente la Histoire Généalogique de plusieurs maisons illustres de Bretagne enrichie des armes et blasons d’icelles, de Fray Agustín de Paz, impreso en París en 1620 y la Histoire Généalogique et Chronologique de la Maison Royale de France, des Pairs, Grandes Officiers de la Couronne & de la Maison du Roy & des Anciens Barons du Royaume, del padre agustino Anselmo, continuado por monsieur Du Fortuny y editado en París en 1778. Solicitó los mismos libros más algún otro en los Archives Nationales en el 60 de la rue des Francs Bourgeois, en el Marais. Tampoco obtuvo resultados satisfactorios.
Kerouac volvió a París, no al cabo de un par de horas, sino pocos días más tarde, tras haber conocido a alguien de apellidos similares sino parejos y con algunas copas más de coñac. De camino a Orly conoció a Raymond Baillet, un taxista con quien, durante el trayecto, conversa de política, de asesinatos, del matrimonio, de famosos, y con quien comparte una cerveza en una apurada pausa en el camino. En Huelgoat, Finistére, una placa recuerda, desde julio de 2000, la ascendencia del escritor: un tal Françoise Le Bihan, señor de Kervoac, hijo del notario real Françoise Joachim Le Bihan y de Catherine Bizien, quien partió hacia la Nueva Francia en 1721 y casó con Marie Louise Bernier en 1732 en Cap Sant Ignace, Quebec.
Satori en Paris, la narración que escribió sobre su periplo se publicó cuatro años antes de su muerte. Quizás el satori fue alguna insignificancia profunda mascullada por el taxista, como sugiere el mismo Kerouac. Quizás fue la experiencia global de un viaje en búsqueda de una cosa para encontrarse volviendo con otra. Una evidencia hasta entonces banal. Una simpleza.
© J.L.Nicolas
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