Tro Breizh
Tro Breizh no significa otra cosa que: a través de Bretaña. En bretón por supuesto. En los tiempos en que arrancaron las peregrinaciones el recorrido entre las ciudades que acogen la historia de los Siete Santos Fundadores de Bretaña facilitó a los creyentes bretones sin medios para largos viajes el acceso a la oración ante una venerable, y más próxima, reliquia.
La Bretaña francesa ya había estado ocupada por tribus de origen celta en tiempos del dominio de Roma. Integrados en la cultura romana habían trocado su antigua lengua por el latín hasta que llegó la caída del Imperio. Las invasiones bárbaras, principalmente sajonas, llegadas a la Bretaña insular, empujaron a un movimiento de emigrantes hacia el continente. La lengua celta retornó a la península bretona y hasta la actual Normandía.
Con los emigrantes cruzaron Mor Breizh, el Canal de la Mancha, los llamados Santos Fundadores, que se ha supuesto que fueran probablemente antiguos jefes tribales de la Dumnonia y el sudoeste inglés, debidamente transfigurados en el mito en su versión cristianizada. En algunos casos como el de Saint Pol de Léon, Paulus Aurelianus, formaban parte de la aristocracia britano-romana. Los otros seis santos fundadores fueron Saint Tugdual, Saint Brieuc, Saint Malo, Saint Samson de Dol, Saint Patern y Saint Corentin. A los siete les correspondieron las primeras diócesis bretonas que conservarían poco más o menos el mismo territorio hasta la creación de los departamentos durante la revolución francesa.
En la Edad Media se inició la práctica de las peregrinaciones. La confrontación continuada con los distintos dominios musulmanes favoreció la exaltación fervorosa de los mitos fundacionales del cristianismo. A Jerusalén durante los largos años de la Cruzadas para orar sobre la tumba de Jesucristo. Tras el camino de las estrellas sobre la remozada tumba del apóstol en Santiago de Compostela. San Pedro en la nueva capital del cristianismo, Roma. Venecia tampoco renunciaría a albergar las reliquias de otro apóstol, San Marcos en este caso, como discurso que justificara la propia existencia de la República. En Bretaña la peregrinación debía recorrer las sedes de los Siete Santos Fundadores. Tro Breizh, fue relanzada en 1994, en parte como reclamo turístico, por la asociación Les Chemins de Tro Breizh, e, incluso se ha normalizado el recorrido limitándolo, si así se desea, a una sede, un santo, por año. Una peregrinación a plazos.
MacLou, MacLow, o Maclovius en su versión latina, nació en Glemorgan, al sur de Gales. Sería el primer obispo de Aleth, en la actual Saint Servan, hoy barrio de la ciudad de Saint Malo. Saint Malo, el santo, habría sido ahijado y discípulo del legendario Saint Brendan e incluso lo habría acompañado en sus viajes en búsqueda del paraíso terrestre. Por lo menos eso justificaría los siete años que tardó en atravesar el Canal de la Mancha. La difusión de su culto en la Edad Media responde a la dispersión de sus reliquias a causa de las invasiones normandas. No hay rastro de ellas en la catedral de Saint Vincent en la ciudad marina que lleva el nombre del santo, Saint-Malo; fueron trasladadas desde la isla hasta la iglesia de Saint-Malo, en Dinan, el 22 de abril de 1787.
La última etapa de este peregrinaje circular se sitúa en la apacible localidad de Dol de Bretagne, donde en su catedral reposan los restos de este séptimo santo fundador, quien murió en la ciudad en 565. Su existencia real se certifica en las actas del Concilio de París de 560. Saint Samson provenía de Gales, del monasterio de Llantwit-Major. En la catedral hay un vitral que representa su viaje hasta Bretaña, y un sarcófago que un día ocupó él en persona.
© J.L.Nicolas
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