Un Paseo por Filopapo
La Acrópolis ateniense tiene enfrente una amplia zona verde que, en el corazón de la capital griega, se convierte en un relajado espacio donde pasear lejos del ajetreo urbano y a la sombra de encinas y cipreses. Es la colina de Filopapo. Desde allí hay unas vistas privilegiadas sobre el Partenón, el resto de Atenas e incluso de las aguas del golfo Sarónico, en el Egeo.
Gaius Julius Antiochus Epiphane Philopappus, Julio Antíoco Filopapo en una versión reducida, nieto del rey Antíoco IV, fue un príncipe del antiguo reino armenio de Commagene, anexionado por el Imperio Romano en los confines de Siria. Filopapo vivió entre los siglos I y II, nació en el 65, durante la dominación del Imperio Romano en Grecia. Su familia se trasladó a Roma a raíz del conflicto con Partia y él, posteriormente, se mudaría a Atenas donde residió hasta el fin de sus días habiéndose convertido en un ciudadano benefactor e influyente. Vinculado a las élites romanas tuvo amistad con el emperador Trajano y su heredero Adriano. Su muerte, acaecida en el año 116, tuvo repercusión en Atenas hasta el punto en que se le dedicó el gran monumento que corona la colina que hoy lleva su nombre.
El Mausoleo, orientado hacia la Acrópolis forma un semicírculo de dos pisos construido con mármol de los cercanos montes Pentélico e Imittos, alcanza casi diez metros de altura y su interior contenía la cámara funeraria de la que tan solo queda la base, mientras que de su fachada aún se mantiene en pie dos tercios de la estructura. El monumento se conservó prácticamente intacto hasta el siglo XV, tal como lo vio el humanista de Ancona Ciriaco de Pizzicolli en el año 1436 y documentándolo en su diario Commentaria, la estatua de Filopapos preside el monumento y junto a él, en el nivel superior, otras dos estatuas, una a cada lado representaban a su abuelo Antíoco IV y a Seleucus I Nicator, sátrapa de Babilonia y fundador del Imperio Seleúcida, ésta desaparecida. En el nivel inferior un friso representa al personaje como cónsul, conduciendo un carro. Una inscripción en griego, Φιλόπαππος Επιφάνους Βησαιεύς, lo reconoce como hijo de Epífanes de Besa. Otra inscripción en latín recuerda sus títulos honoríficos. Pausanias lo menciona en el Libro I de su Descripción de Grecia como el monumento construido para un sirio. El mausoleo sufrió severos destrozos en el siglo XVII durante las guerras turco-vénetas. Los otomanos aprovecharon material de construcción para el minarete de la mezquita del Partenón y los venecianos no dudaron en bombardear la Acrópolis desde la colina de Filopapo el 26 de septiembre de 1687.
Muy cerca está la cúpula del antiguo observatorio antes de llegar al Observatorio Nacional de Atenas que, despreciando la contaminación lumínica de la ciudad, abre aquí su telescopio al cielo desde que fue fundado en 1842. Casi a sus pies, descendiendo la colina, la iglesia ortodoxa de Agia Marina parece la guinda del pastel, muy cerca de la colina de Aeropagus, otro otero con buenas vistas sobre la Acrópolis, su nombre proviene de Ἄρειος Πάγος, Areios Pagos, la roca de Ares que los romanos convirtieron en roca de Marte, el dios de la guerra. Antes del siglo V aC se reunía aquí el consejo de ancianos que, en su momento, aceptó las reformas democráticas propuestas por Solón. Esquilo, en las Euménides, la última pieza de las Orestíadas, empleó la colina como escenario del juicio de Orestes por el asesinato de su madre Clitemnestra y su amante Egisto.
© J.L.Nicolas
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